Ni la luna llena hace brotar tanta locura como el “Black Friday”. Al jueves de “Thanksgiving” lo sigue un día en el que te hacen sentir que hay muchas cosas que necesitas y que no tienes; entonces, te atraen con las supuestas “mejores ofertas” del año. Si eso no te causa gracia es que se te pasó la parte de que a “Thanksgiving”, en español, lo conocemos como el “Día de Acción de Gracias” —conste que dije “Acción de Gracias” y no “día del pavo”—, un día festivo donde nos reunimos con la familia y agradecemos por todo lo que tenemos. Aquí hay varias palabras clave: familia, agradecidos, tenemos.

Te quiero compartir lo bueno, lo malo y lo feo del viernes negro.

Lo Bueno: “Andrés, realmente hay buenas compras en el famoso viernes negro”. Sin duda, hay muy buenas ofertas y si te encanta aprovechar esa fiebre para comprar lo que quieres (pues no son necesidades) o regalos de Navidad, adelante, mientras tengas el dinero. Si prefieres evitar el frío y la desvelada para ser de los primeros que entran corriendo como una manada de vacas enfurecidas, puedes hacer tus compras desde tu teléfono, mientras tengas el dinero específicamente para esas compras.

La Malo: Ni la varicela es tan contagiosa como la histeria de compras, (esa reacción explosiva y compulsiva que te convierte en el Hulk de la codicia) que llega con el famoso “Black Friday”. Muchos no participan en la locura de poner una tienda de campaña para hacer fila durante la noche o de ir a pararse frente a la tienda desde la tarde del jueves, dejando a su familia y el tiempo que debieron dedicar para estar agradecidos por lo que tienen, para ir en busca de más de lo que no necesitan. Sin embargo, deciden ir más tarde para ver si es cierto que hay buenas ofertas, y terminan contagiados de esa epidemia que más que la compra de algo a buen precio se convierte en una carrera de “a ver quién lo consigue más barato”, aunque no lo necesitas ni te sirve para nada. Te contagias y no sales de las tiendas con las manos vacías. Como dice el dicho, la curiosidad mató al gato y lo mismo sucede en estos casos. La curiosidad por saber si hay buenas ofertas te invade y terminas con algo que no hubieras comprado si no hubieras ido. El contagio no se da solo en las tiendas; hoy en día, eres tentado y empujado a comprar gracias al celular que traemos en la mano y que pareciera tener una conexión intravenosa con el cerebro.

Lo Feo: Comprar una TV de $1,000 en $500 dólares durante el viernes negro no es ninguna oferta cuando la compras al crédito y tienes que pagar intereses por los próximos 24 meses. La fiebre por las ofertas hace que muchos gasten lo que no tienen. Esa sensación de sabiduría y de creer que son más listos que el sistema al comprar a precio bajo, se traduce en un futuro en el arrastre de una cadena que te esclaviza a la deuda y la depresión por la impotencia que la acompaña. Especialmente cuando la gente usa las tarjetas crédito para hacer compras durante el “viernes negro”. El pagar intereses y apretar más tus gastos mensuales con los nuevos pagos es como el que tiene neumonía y no se pone chamarra (no se abriga). El agua, la luz o la gasolina nunca es lo que lleva a una familia a la ruina; lo son las compras innecesarias.  Lo más peligroso del “viernes negro” es ir sin un presupuesto y creer que las tarjetas de crédito son una extensión de tu dinero. Solo para dejarlo en claro: las tarjetas de crédito son una extensión de tu deuda.

La verdad es que la fiebre por las ofertas nos tienta a todos, pero lo que causa pobreza en una familia no son las tentaciones sino dejarse contagiar y gastar sin pensar. Si no tienes el dinero, mejor quédate en casa y disfrutar de la familia, del sofá viendo unos buenos partidos y de las noticias viendo cómo se pelea la gente por los artículos en las tiendas. Sé sabio y no permitas que el “Black Friday” lleve tus finanzas de tinta negra a tinta roja.