De chiquitos nos dijeron: “esa esclava que traes en la mano es de oro, así que ten mucho cuidado”, y desde entonces le hemos dado un valor gigantesco al oro.  Conste que dije “oro” y no “loro” pues no estoy hablando del pájaro de su abuela, sino del metal precioso.
Todos vimos cómo nuestra familia cuidaba la joyería de oro, y con razón, ya que con el paso del tiempo se invirtió, poco a poco, una pequeña fortuna en esas esclavas, cadenas, aretes, dijes, semanarios, medallas, cruces, arras y hasta en los dientes. No solo nosotros, el mundo entero, ha estado obsesionado con este metal.
Ante la incertidumbre de la bolsa de valores en los últimos diez años, muchos inversionistas reaccionaron y animaron a todo mundo que invirtieran en oro. Los llamados “expertos” están vendiendo el oro como la única inversión “segura” en un mercado volátil. Así que la pregunta es: ¿es tiempo para comprar oro como inversión?
De acuerdo al mejor inversionista de nuestro tiempo, Warren Buffet, el oro no es una buena inversión. Piense en esto: Desde el 1833 hasta el 2001, la tasa de crecimiento del oro ha sido terrible y hoy, tristemente, usamos los últimos 10 años como referencia para invertir a pesar del mal desempeño de los últimos dos siglos. En el punto de mayor pánico en la bolsa de valores, el precio del oro ascendió hasta casi los $2,000 dólares por onza. Fuimos bombardeados por todos los medios de comunicación masiva para que compráramos oro. Si hubieran caído en ese cuento, hoy estarían llorando porque la onza de oro anda por $1,200 dólares. La gente que recomendaba a gritos que compráramos oro no eran asesores financieros, sino las compañías que ganan una fuerte comisión cuando uno lo compra.
Para entender este fenómeno un poco más, veamos lo que el mundo ha hecho. El oro es un metal que, para encontrarlo, hay que excavar y desenterrar. Después, lo derriten y hacen ladrillos (más conocidos como “lingotes”) de oro. Luego, vuelven excavar un hoyo muy profundo donde lo depositan y ponen guardias para protegerlo. El oro en sí casi no tiene uso industrial. El mayor uso ha sido para fabricar joyería, ya que la obsesión de la gente le ha dado valor. A lo largo de la historia hay, y seguirá habiendo, historias de personas que acumulan oro, y lo entierran, para después morir y sacar de su trabajo a todos los miembros de la familia convirtiéndolos en cazadores del tesoro del abuelo.
Miren, el precio del oro está impulsado por la oferta y la demanda, así como la especulación. La política, el drama sobre la deuda de EEUU y el miedo que se siente en el aire, más los noticieros que amplifican todo esto, han tenido un claro impacto en los precios del oro. Hay una leyenda que dice que, si un gobierno cae, el único medio de intercambio comercial sería el oro. Eso no es lo que la historia muestra. Cuando vemos una economía totalmente destruida, nadie anda haciendo negocios con monedas de oro. Cuando han pegado esos huracanes y maremotos de gran proporción, que casi acaban con la humanidad, y todo queda sin servicio de luz, gas, cable… ni siquiera el correo llega durante varios meses, ¿cuándo vieron en las noticias que solo el oro fue el medio de intercambio? En esos casos, un bote de agua potable tiene más valor que las monedas de oro y tendemos a volver al trueque: “te doy 5 gallinas por un garrafón de agua limpia”.
Históricamente, el oro, como inversión, ha sido terrible. Los bienes raíces han sido y seguirán siendo mucha mejor inversión; la sencilla razón de que es una de las necesidades básicas del ser humano. Si comparamos la inversión en oro con invertir en empresas (acciones) a través de la bolsa de valores, ¡ni se diga! Está comprobado que una mesa ejecutiva, con personas tomando decisiones sobre ampliar o mejorar su línea de productos, implementar la calidad de sus servicios o fortalecer su servicio al cliente, ha pagado un mayor rendimiento a largo plazo de lo que rendiría un metal guardado bajo tierra.
Ahora, la inversión en oro es una mala idea, ¡pero venderlo es una muy buena! Busquen entre su joyería y saquen las piezas que nunca se ponen, la pedacería que ya no sirve, y véndanlos. Usen ese dinero para su fondo de emergencia, para sacudirse de las deudas o para abrir un fondo de inversión. Ahora que han aprendido que no todo lo que brilla es oro, vaya y sáquele los dientes de oro al abuelo para venderlo y ponerlo en algo  que les rinda mayores beneficios.