Me gustaría decirles que la envidia familiar es como el Chupacabras, un mito, algo que no existe, pero la realidad es otra. “Se cree mucho con su camioneta nueva”. “Ay tú, con tu ropa de marca”. Normalmente, la envidia viene por alguna compra bonita que hayas hecho, como: un buen carro o una casa en un buen vecindario; pero también hay otro tipo de envidia.  Empecemos por definirla. La envidia es un sentimiento que dice: “como yo no puedo tener lo que tú tienes, tú tampoco lo debes tener”. O “No es justo que tengas más que yo, espero que pasen una ley para que te lo quiten”.

La envidia familiar es más triste que un mosquito picando una momia. En la familia, los celos por lo que uno tiene y el otro no, parecieran no poder evitarse.  Va mucho más allá de simplemente un “trato preferencial” o “la suerte”.  Tiene que ver con el corazón.  Sin embargo, lo que me hace escribir hoy, es cuando alguien de la familia empieza a poner en práctica los principios de Paz Financiera y su vida económica empieza a sanar.

Una de las cosas que la envidia familiar (y, realmente cualquier otro tipo de envidia) hace es provocar en la persona que tiene, un sentimiento de culpabilidad. Sí, “culpabilidad” porque la gente los rechaza cuando han logrado salir del montón.  Es como un miedo porque pronto dejarás de ser como ellos y sabes que te van a criticar (sí, ya lo sé, es pura envidia). Hasta cierto punto, parece como si te estuvieras alejando del círculo familiar. Casi como si te estuvieran diciendo “no te hagas rico, quédate pobre, como nosotros. En esta familia todos debemos ser gente de clase baja. Así ha sido y nunca va a cambiar. Si te haces rico, te harás malo, como los de las novelas, y es probable que ya no te invitemos a las cenas familiares”. Esto puede sonar exagerado, pero ese es el sentimiento cuando existe envidia financiera familiar.

La envidia, ya sea porque quisieran tener tu carro (aunque no puedas ni con los pagos), o esta otra donde ven que estas saliendo del hoyo, es una enfermedad del corazón que puede podrirlo. Yo no fumo, a pesar de que lo vi en mi casa cuando era niño y de que muchos de mis amigos fumaban, porque se me quedó grabada una imagen que me enseñaron de chiquito, en la escuela, sobre lo que el fumar causa en los pulmones. Recuerdo que la imagen mostraba un pulmón saludable, que se veía rosita y flexible, y en la otra foto, el pulmón del fumador se veía negro y rígido. Yo, realmente, creo que la envidia causa eso mismo, pero en el corazón. Pobrecita la gente que siente envidia.

Me llegan comentarios de personas que están muy emocionadas por el nuevo rumbo de su vida al empezar a vivir la disciplina de la Paz Financiera.  ¡Me alegro tanto por ellos!  Sin embargo, también veo otros comentarios como este: “Andrés, a pesar de lo contento que estamos con los resultados, mi familia ve, con envidia, que estamos empezando a ganar con el dinero.” O, “finalmente logramos salir de deudas, pero la familia nos ve con celos”.

Más triste que pisar caca descalzo es sentir este tipo de envidia familiar (disculpen la ilustración, pero no puedo ilustrar de otra manera la repugnancia que causa la envidia).  Y para empeorar las cosas, ahora te ven cara de banco para pedirte prestado; o, de centro de caridad para que les des dinero porque ellos “pobrecitos” no tienen. Y si les dices que no, te tachan de mal hijo o hermano, presumido y orgulloso, que no ama a su familia y que se le olvida de dónde salió.

Esta es mi recomendación para ustedes. Tengan cuidado en cómo celebran cada victoria. El tono de voz es suficiente para saltar esa raya invisible entre la celebración y la presunción.  No inflen el pecho porque van a alejar a mucha gente. Lo ideal sería que su ejemplo inspire a la gente cercana a ustedes, pero si se vuelven regañones y señalan con el dedo, serán expulsados del círculo familiar.  Si sienten que hay envidia familiar, celebren en su casa.  Ahí sí, saquen globos, silbatos y las serpentinas por cada deuda que paguen o cada pasito que avancen en el plan financiero.  No lleguen gritando: “ya pagamos otra tarjeta”. Si creen que en su familia existe este tipo de celo, no digan nada hasta que ellos empiecen a preguntar. Si están en una cena grande, con muchos miembros de la familia, eviten entrar en este tema porque se puede poner muy seria la cosa. Ese no es el momento ni el lugar para mencionar que tienen $15,000 dólares en su fondo de emergencia porque más de uno se sentirá con derecho sobre su dinero.

Si alguien realmente demuestra interés en aprender cómo lo lograron, hagan una cita para hablarlo en privado. Ahí, en la mesa, no es lugar para discutir un tema tan íntimo y delicado como las finanzas personales. La verdad es que unos van a celebrar junto con ustedes, pero siempre habrá uno o dos que incomodan a los demás con sus comentarios tontos. Otra recomendación: mantengan a distancia a esas personas que tienen sentimientos contra ustedes. Sean sabios para no echarle más gasolina al fuego.

Si tú eres una de esas personas que siente envidia familiar, por favor, detente antes que todos se alejen de ti. Celebra, alégrate sinceramente de que uno de los tuyos está saliendo del hoyo. Toma un tiempo y sé sincero contigo mismo.  ¿Por qué te molesta el éxito ajeno? La envidia no tiene justificación, pero sí raíz.  Tienes que encontrar la raíz y arrancarla.  Tú también puedes prosperar. Tú también puedes alcanzar la Paz Financiera.  Estoy seguro que estás completamente equipado y eres totalmente apto para lograrlo. Entonces, ¿es falta de disciplina? ¿Pereza? ¿Orgullo? La envidia es como una rata dentro de tu casa, se esconde y destruye.  Échala fuera. Tú también puedes.